La terapia con hormonas masculinizantes se asocia en un 45% de los casos con un mayor riesgo de alopecia androgénica, ya que al aumentar de manera exógena la cantidad de testosterona, también aumentamos la transformación a DHT.
Es probable que el riesgo de desarrollar alopecia androgénica dependa de la edad del paciente y la predisposición genética, y es menos probable que esté relacionado con la duración o el tipo de terapia con testosterona, exactamente igual que en varones cisgénero.
El tratamiento con inhibidores de la 5-α-reductasa podría prevenir o revertir este efecto secundario, estos pueden tener un valor único en el tratamiento de la caída del cabello en esta población, ya que reducen la dihidrotestosterona, el principal andrógeno involucrado en la patogénesis de la alopecia androgenética, sin disminuir los niveles de testosterona.
Ya existen estudios sobre hombres transgénero con alopecia androgenética tratados con inhibidores de la 5-α-reductasa y todos los pacientes mejoraron un grado en la escala NH después de un promedio de 5,5 meses, que adicionalmente pueden realizarse trasplante capilar para restaurar la carencia de pelo y mantener un aspecto masculino.
Cuando hablamos de la masculinización, el vello facial juega un rol muy importante, el cual se ha demostrado que aumenta parcialmente con la terapia hormonal de testosterona, pero en la mayoría de los casos no suele ser suficiente. Para esto, también se puede realizar un trasplante capilar de
barba el cual es completamente viable ya que la zona donante de donde obtenemos los folículos es intrínsecamente resistente a la DHT y no se ve afectada ni con terapias exógenas de testosterona, combinándolo con la aplicación de minoxidil cuando no haya contraindicaciones para obtener resultados excelentes.