Historia de las pelucas: ¿Cuál es su origen?

¿Cuál es la historia de las pelucas?

Las pelucas son un complemento que ha estado presente desde hace muchos años. Sus formas, materiales y colores han ido cambiando y evolucionando hasta lo que actualmente consideramos una peluca. Con ello, el significado e intención de usarlas también y, por ello, a continuación hacemos un repaso por la historia de las pelucas: ¿Cuál es su origen? ¡No te lo pierdas!

¿Cuál es el origen de las pelucas?

Lo cierto es que la calvicie ha existido siempre desde tiempos inmemorables. Y, con ella, la necesidad de ocultar las áreas sin pelo también.

Ser calvo siempre ha sido motivo de complejos y faltas de autoestima. El deseo de no mostrar la falta de cabello llevó a las sociedades antiguas a elaborar formas con las que poder disimular la calvicie, de la misma manera que también centraban sus esfuerzos en lucir una cabellera sana dando lugar, así, a la historia de la peluquería.

Aunque no se sabría ubicar exactamente cuándo surgieron, la historia de las pelucas comienza con esa implacable necesidad de ocultar las calvas.

¿Cómo las usaban en las diferentes etapas de la historia de las pelucas? ¿Por qué hacían uso de estos complementos de belleza? ¡Te lo contamos!

Uso de pelucas en el antiguo Egipto

Los antiguos egipcios de los altos estratos sociales realmente se esmeraban por lucir impecables. El maquillaje, las joyas y los peinados impolutos estaban presentes en su día a día.

Podría decirse que el comienzo de la historia de las pelucas se ubica aquí, en el antiguo Egipto. Se sabe que las elaboraban artesanalmente con cabello natural de humanos normalmente de un tono castaño que, posteriormente, teñían de negro. La elaboración de estas pelucas egipcias fue tan precisa que, a día de hoy, se conservan en perfecto estado en varias exposiciones como la del Museo Británico. Uso de pelucas en el antiguo Egipto

Una de las cuestiones que suele llamar la atención de los egipcios es que la familia del faraón y las mujeres se rapaban la cabeza por motivos de higiene. Una vez el pelo estaba rasurado, se colocaban concienzudamente estas pelucas luciendo densas melenas tupidas.

Tal era la obsesión de los antiguos egipcios por tapar la calvicie que se han llegado a encontrar pelucas en los cráneos de momias faraónicas quienes, antes de morir, decidieron ir al más allá sin dejar ver su falta de pelo.

En definitiva, la historia de las pelucas refleja que, en el antiguo Egipto, tanto hombres como mujeres hacían uso de estos complementos en aras de disimular la calvicie.

Uso de pelucas en la antigua Grecia y Roma

La historia de las pelucas continúa en las clásicas Grecia y Roma. Ambas recurrieron a las pelucas para disimular la calvicie, sobre todo entre las clases altas.

Los griegos copiaron esta costumbre de los persas y, así, comenzaron a usar pelucas. Los romanos las confeccionaban con cabellos de los germánicos que conquistaban en el avance del Imperio Romano. El interés de los romanos por las pelucas posiblemente era mayor que el de los griegos, ya que éstos consideraban la calvicie como una deformidad física y, por lo tanto, ser calvo estaba muy mal visto en la Roma clásica. Uso de las pelucas en Roma y Grecia

Algunos ejemplos de emperadores romanos calvos que hacían uso de las pelucas para disimular la falta de pelo fueron Domiciano y Caracalla. Aunque, lo cierto es que no solo eran hombres emperadores los que usaban pelucas, sino que las mujeres también podían recurrir a ellas. Se dice que la emperatriz Faustina, esposa del famoso Marco Aurelio, poseía más de 150 pelucas de diferentes tamaños y colores.

En la Antigüedad fuera de Grecia y Roma, los cartagineses son otro de los pueblos que se mencionan si hablamos sobre la historia de las pelucas. Las solían usar e incluso se dice que el propio Aníbal recurría a ellas con el objetivo de camuflarse entre sus tropas sin que nadie le reconociera.

Durante la Antigüedad las pelucas eran un símbolo de riqueza y poder, por lo que normalmente eran las clases altas quienes hacían uso de este complemento de belleza en aras de demostrar su pertenencia a un alto estrato de la sociedad.

Uso de pelucas en la Edad Media

En la Edad Media era habitual entre las doncellas el pelo postizo. No eran pelucas enteras como tal, sino que se colocaban este cabello postizo en su propio pelo y lo trenzaban. De hecho, esta era una práctica muy condenada por parte de la Iglesia quien rechazaba por completo el uso de pelucas. Pelucas en la Edad Media

Este es el episodio de la historia de las pelucas en el que menos uso se les daba. Esto se debía, precisamente, por la concepción tan negativa que tenía la Iglesia de estos complementos. A pesar de esto, las personas continuaron llevándolas aunque en menor medida.

Durante esta etapa las pelucas y pelo postizo se solían confeccionar con pelo natural de la propia familia. Sin embargo, aquellas que iban destinadas a la venta se realizaban con pelo de esclavos. Los hombres que decidían ocultar su calvicie también recurrían a las pelucas pero, normalmente, estaban hechas con pelo de animales.

Uso de pelucas en el Renacimiento y la Edad Moderna

La historia de las pelucas protagonizó un giro de guion cuando dio comienzo el Renacimiento y la Edad Moderna. Si pensamos en cuadros propios de la época se nos viene a la mente esas enormes pelucas rubias muy voluminosas que adornaban las cabezas de personas que, a simple vista, parecían importantes. Esto tenía una explicación, ¿sabes a qué nos referimos? ¡Continúa leyendo! Uso de pelucas en el Renacimiento y la Edad Moderna

Durante esta etapa la gran mayoría de las personas tenían sobre sus cabezas pelucas que lucían con elegancia junto a sus trajes, vestidos y maquillajes de la época.

Las personas de las altas esferas solían tener varias pelucas de diferentes tamaños y colores. De hecho, se dijo que la reina Isabel I tuvo unas ochenta pelucas.

Tanto hombres como mujeres seguían muy de cerca la moda de las pelucas, incluso el filósofo Descartes quien presumía de tener unas doce de diferentes tamaños y formas. Quien puso en tendencia el uso de pelucas entre los hombres fue el propio Luis XIII. El rey francés sufría alopecia desde muy joven y, para normalizar su uso entre la población masculina, comenzó a llevarlas y a ponerlas de moda entre las clases medias y altas.

Un dato curioso sobre las pelucas que usaban las mujeres de esta época es que para lograr ese gran volumen y altura que las caracterizaba, se colocaban alambres con los que sostenían ingrávidas las pelucas. Luego, las empolvaban y untaban de grasa para que se mantuvieran estáticas. Pero, a aquellas pelucas que venían empolvadas se les aplicaba un impuesto mayor, por lo que tanto hombres como mujeres solían empolvarlas en sus propios hogares usando harina o cal.

Esta moda de las pelucas no se quedó únicamente en Francia e Inglaterra, sino que España, América o Prusia también adoptaron las pelucas como su complemento de confianza para disimular la calvicie y mostrar poder y riqueza. Tal fue la fiebre de las pelucas que se llegó a establecer de mal gusto el mostrar la calva ya que lo consideraban desnudez.

Además de por motivos estéticos para disimular la calvicie, las pelucas también se usaban para evitar los piojos y la tiña.

En la historia de las pelucas es imprescindible destacar también su uso entre los jueces y magistrados. Las rizadas pelucas blancas suponían un símbolo de autoridad y prestigio que definían su oficio.

Uso de pelucas en la actualidad

Hoy en día las pelucas tienen múltiples usos, desde camuflar la alopecia, a ser parte de un disfraz o, simplemente, para cambiar de look sin necesidad de acudir a la peluquería. Las pelucas de antes no son iguales que las de ahora, las cuales se fabrican a nivel industrial con diferentes tipos de materiales. Sin embargo, el objetivo primordial sigue siendo el mismo: camuflar la calvicie por motivos, principalmente, de autoestima.

Injerto capilar como solución definitiva a la calvicie

Las pelucas no son un método con el que podamos solucionar la falta de pelo, sino que es una forma de camuflar esa calvicie. Pero, a día de hoy y gracias a la evolución e innovación en las tecnologías del sector capilar, es posible restaurar el pelo perdido a causa de algún tipo de alopecia gracias al injerto capilar.

El injerto capilar se trata de una técnica poco invasiva y ambulatoria en la que se extraen las unidades foliculares de la zona donante, es decir, aquella que no está afectada por la alopecia, para implantarlas posteriormente en el área sin pelo. Los resultados definitivos se dan al año tras la intervención aunque los éstos comienzan a ser visibles a los seis meses.

Con el implante capilar dejamos de lado las pelucas o prótesis capilares para volver a lucir nuestro propio pelo con total naturalidad.

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Dr. Gómez

Adjunto a Dirección Médica

 
Información destacada:
2019-2020. Máster internacional en trasplante capilar con técnica FUE. UCAM
2018- 2019. Master Medicina Estética. Universidad Rey Juan Carlos.
2011-2015 MIR Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
2004-2010 Licenciado en Medicina. Universidad Complutense de Madrid.